miércoles, 13 de enero de 2010

El año de Caín

Leishmania, leucemia, inmunodeficiencia, parálisis, ceguera, extremidades amputadas, artrosis, cauda equina, insuficiencia renal, hepática o cardiaca. Estas son algunas enfermedades o lesiones comunes entre los animales que esperan una nueva familia, en perreras, dentro de los cheniles de los albergues e incluso en nuestro Santuario-Escuela.
Incrementar los miembros de una familia siempre debe ser una decisión meditada, tanto más si se trata de adoptar una mascota geriátrica o con algún tipo de enfermedad crónica. Antes de hacerlo hay que asesorarse ¿qué implica que mi perro tenga leishmania?¿qué es la cauda equina? lo mejor es buscar varias fuentes de información: asociaciones, veterinarios, internet, otros propietarios...así podrás formar tu propio criterio.
Es importante hacerse una idea de las implicaciones de la enfermedad/lesión del animal elegido e incluso, ponernos en lo peor ¿estamos preparados psicológica y económicamente para hacer frente al problema? toda la familia debe estar de acuerdo, si no, vendrán las discursiones y probablemente el perro o gato será "devuelto".
Si decides adoptar a un pequeño o a un grandullón con más de siete años, no le falles: si te rompe algo, hazte cargo, si se pone enfermo, hazte cargo, por favor, no le falles, porque no hay derecho, a que con quince años, artrosis e insuficiencia cardiaca, anden jugando con su corazón. Si después de mucho pensar te decides a adoptar, adelante, cambiarás su vida. Y la tuya.
Mi experiencia personal se llama Caín, tiene casi 15 años y es un mestizo de mastín y pastor alemán (y alguna otra cosa). Era hijo de la perra de un pastor, una asociación lo rescató del golpe en la cabeza que recibieron todos los hermanos anteriores, quedaron sólo Caín y Abel. No sé como sería el "hermano bueno", pero me cuesta pensar que pudiera ser mejor que "el malo", el nombre de Caín se convirtió en una ironía al referirse a mi dulce y noble amigo. En cuanto creció, se hizo escudero de la niña pequeña de la casa. Sin que nadie se lo pidiera, la acompañaba en el trayecto desde la casa de su madre a la casa de su padre: nadie se podía acercar a la pequeña sin recibir serias amenazas. Durante 14 años fue el lider de la "manada" de su anterior propietaria. Ahora camino de sus 15 de edad y ya con serios problemas de mobilidad, es el lider de mis 5 perros en mi casa. Cuando me hice cargo de él, a petición de su propietaria, Caín andaba como "robocop" y no era capaz de sostenerse en pie mientras comía. Padece poliartrosis y cauda equina (compresión a nivel lumbosacro). Afortunadamente, en ese momento ya conocía la mejor forma de ayudarle: la medicina veterinaria tradicional china, ya los antiinflamatorios nunca tuvieron mucho efecto con él cuando llegó a este estado. Caín es un caso extremo y han sido necesarias sesiones de acupuntura semanales, fórmulas herbales chinas y comida natural para mantener su calidad de vida Poco tiempo después de llegar a casa Caín era capaz de andar durante 20 minutos y salió a pasear diariamente durante meses para celebrarlo. Luego llegó el verano y la cosa empeoró, hubo días que no quiso salir a pasear, pero se recuperó, ya no andaba tanto tiempo, pero quiso volver a salir. Siguieron los meses, un escaloncito más abajo, pero bien. Un día, Caín no se pudo levantar, no podía ni mantenerse en pie, su mirada estaba vacía por el dolor. La acupuntura que le había mantenido más ágil hasta entonces, no tenía efecto. Una semana estuvo así. Cuando pensaba que ya no había remedio, su tremenda fuerza de voluntad y ganas de vivir (con un poco de ayuda de las hierbas chinas), volvieron a ponerle en pié. Han pasado 11 meses desde que llegó a casa, ya no tiene el pelo seco, está suave, sus almohadillas y su nariz ya no están agrietadas, ya no necesita beber cada vez que da tres pasos, ha mejorado su aliento y su olor corporal, ya no está senil, está más despierto que nunca...pero casi no puede andar. Ahora sólo sale fuera de casa para "hacer sus cosas" y para beber, el resto del tiempo lo pasa tumbadito o sentado. Ya no hay acupuntura para él, cuando paseo a mis otros perros y me parece increíble hasta donde llegaba Caín hace poco. La medicina china le dió 10 meses más de calidad de vida y ahora, tumbadito, le dará calidad de vida el calor de hogar, mi cariño, el de mi pareja y el de mis perros. Caín juega con mis perros, aún le coge el morro entre sus fauces a Berta (la galga, la hembra lider, ella sólo se lo permite a él), mueve el rabo cada vez que llego a casa y tiene mejor apetito que nunca. Caín no es uno de mis perros, es un amigo que ha elegido nuestra casa para pasar sus últimos días de forma tranquila y apacible y para disfrutar, lo que su cuerpo le permita, hasta el final. Todos mis animales vienen de la calle o de dueños que no querían o no podían mantenerles en buenas condiciones; todos los que hayáis adoptado un animal habréis experimentado la mirada de gratitud infinita que sólo son capaces de expresar unos ojos inocentes, los de un niño o los de un animal. Es una mezcla de gratitud y sorpresa, porque antes no sabían que podían recibir tanto cariño y cuidados de las personas. Pero, como los niños, los animales se acostumbran pronto a lo bueno y esa mirada no permanece en el tiempo. Con Caín no ha sido así, recibo esa mirada a diario, varias veces. Él no puede venir tras de mí, sólo puede pedirme caricias si estoy a su lado, no hace cabriolas cuando me ve, pero me hace sentir querida con un amor incondicional y profundo, que no sé donde se termina. Sé que he hecho algo bueno, algo que tenía que hacerse y que tenía que hacer yo. Ahora sólo queda esperar la despedida, seguramente tendré que acompañarle no sólo en sus últimos meses, si no en el último paso, cuando el dolor no le permita ser feliz. Luego no habrá dolor y él podrá cuidarme como yo le cuido ahora.

Esperanza Álvarez Gómez


Acupuntora veterinaria.


Colegiada Veterinaria num. 4879

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