Nací por culpa de un irresponsable que tuvo una camada por descuido, y que planeó solucionar “el avío” matándonos al cumplir un mes.
Me salvé porque tuve suerte, una vecina se apiadó y buscó una solución para mí y mis hermanitos.
Crecí porque me adoptaron y, a pesar de crecer atado, sin educar y menospreciado, aunque mi familia era ruda y hostil, yo era feliz con una mirada o un “-Chucho ven aquí”-.
Rompía calcetines para entretener mi soledad, lloraba al ver como los niños jugaban en la piscina y yo no les podía acompañar.
Y si se olvidaban de atarme, es cierto, escapaba para poder correr y saltar, ver la calle y oler los árboles.
Volvía a casa sabiendo la que me esperaba, pero era el instinto de vivir lo que empujaba, y mi amor por ellos, lo que me hacía volver.
Un cachorro necesita pasear, sociabilizarse y jugar.
Los humanos no tenían tiempo de sacarme ni ganas de soltarme, y yo, crecía prisionero y ansioso por desarrollar mi cuerpecito y gastar mis ganas de jugar.
Estoy aquí, en EL Hogar, porque ya no me querían. Porque buscaron una solución fácil y, gracias al destino, que puso una equivocación por medio, por fin mi suerte ha cambiado.
Tengo una habitación para mi, tengo colchón y mantas.
Y un montón de juguetes y pelotas.
Ya no estoy delgado, como lo que quiero porque lo gasto corriendo.
En la noche, a veces me despierto llorando.
En mi mente revivo la pesadilla y creo que esta vida sólo es un sueño. Gimoteo y cuando viene el viento, huelo este lugar: hierva, flores, perros, gatos, patos…
Estoy en el Hogar… Y respiro tranquilo.
Tengo tanto atraso de vivir, y tanto deseo de ser amado, que en cuanto amanece despierto y voy corriendo a buscarlos.
Sonrío y pido: - Besos, besos, besos!-. O lo que es lo mismo: - Guau gua guau!-.
Esta gente amiga, se ríen, no me regañan, me educan, me tranquilizan, me cuidan. Tienen paciencia, y me premian con besos y caricias.
GRACIAS VIDA,
Por Pequeño Coco.EHL
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