
2. Sabemos perfectamente su estatura y tamaño definitivo, sin llevarnos sorpresas más adelante.
3. Ya han madurado y asimilan con más rapidez todo lo que se les enseña en el proceso de su educación. La adaptación a nuevas situaciones o familias de los perros adultos adoptados, es muy rápida y fácil. Adquiere en poco tiempo las costumbres y reglas de su nuevo hogar, así como las normas de disciplina básicas, como hacer las necesidades en la calle, por ejemplo.
4. Evitamos los destrozos lógicos de adoptar a un cachorro que necesita juguetear y aprender a hacer sus necesidades fuera de casa.
5. Un perrito/a adulto, incluso viejito/a no requiere tantas horas de ejercicio, tanta energía para seguirle en sus juegos y tiempo para educarles como un cachorro, tiempo, que, por otra parte, con el estilo de vida que tenemos es muy complicado de darles.
6. Nuestra experiencia con un perro adulto que ya conoce la confortabilidad de un hogar, y lamentablemente, la incertidumbre y la tristeza del abandono, es que son animales que ofrecen un amor y fidelidad incondicional, sin límites.
7. El aprendizaje del perro va ligado al instinto de juego y no pierde dicho instinto hasta muy avanzada edad, incluso me atrevo a garantizaros, que algunos no lo pierden nunca. Por lo que la adopción de un perro nunca deberá supeditarse a los años que tenga; en la adopción debemos guiarnos por el carácter del perro y su adecuación a nuestro estilo de vida.

Y lo más importante, no es tanto lo que dura una amistad, sino la intensidad de la misma
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